Praefatio ad Lectorem
Prefacio a los Lectores
¡En temas intelectuales, sigue tu razón tanto como puedas, sin tener ningún otro tipo de consideración! y ¡Negativamente, en temas intelectuales, no finjas que es cierta ninguna conclusión que no haya sido demostrada o sea demostrable!
Huxley, Agnosticismo, 1889
Philosophiae Naturalis
Résumé:
Presento este Trabajo de Investigación Principia Scientia o Principios de la Ciencia, en el Tomo I, de la obra escrita titulada Novum Philosophiae Naturalis o Nueva Philosofía de la Naturaleza, con un breve bosquejo de todo el conocimiento humano adquirido hasta el presente siglo XXI, en los términos de la philosophiae naturalis in scientia o philosofía de la naturaleza en ciencias. Empezando, con la elemental base teórica que describen las cuatro interacciones fundamentales del Universo conocido hasta ahora, y que esto constituye las bases teóricas-experimentales sobre el cual se apoya el actual conocimiento humano; pero además, se trata de explicar cómo funciona la Naturaleza del Universo, en pequeñas y grandes escalas, omitiéndose para este estudio todas las escalas intermedias. Hago también, un recuento de las nuevas teorías y modelos que han surgido en los últimos 20 años, con el único propósito de extender más y ampliar dicho conocimiento, el cual aún dista mucho de ser satisfactorio.
En los últimos años, la estructura del estudio epistemológico de la Philosofía Natural fue discutida entre los eruditos tomistas. Tal vez es posible descubrir en la doctrina de la mencionada epistemología, una philosofía segunda, en algunos textos tanto en Aristóteles y Santo Tomás de Aquino, existe una clave para esclarecer esta cuestión importante. Si analizamos estos textos, nos podemos vislumbrar una distinción inicial entre una llamado correctamente las ciencias naturales y otra philosofía natural. La formalidad adecuada a este último sería el mismo como metafísica; considerando que el tema sería el mismo que las ciencias naturales. Por lo tanto, sería un tipo especial de media Scientia. Como philosofía segunda, tendría el papel de una especie de Propedéutica a la metafísica.
Ahora, el actual conocimiento
[1] humano, ha sido plasmado en la Novum philosophiae naturalis sobre el naturalismo, la verdad y el relativismo cultural; esta consta de dos partes, la primera, está tratando de introducir la naturalización actual propuesta para la nueva Philosofía; y la segunda, estudia toda implicación humana para el problema del relativismo cultural. Mi posición está entre los dos enfoques citados, de modo muy peculiar. Por un lado, está la tesis bio-epistemología, en el sentido y entendimiento de que todas las capacidades humanas que representan al Mundo Actual, serán explicadas recurriendo a las Teorías Modernas de la Evolución, pero...... Creo de igual forma, que este enfoque o línea de investigación por sí sólo, no basta para poder entender adecuadamente la verdadera función del conocimiento científico, pues:
«La capacidad humana, para hacer ciencia moderna, no tiene nada que ver con la evolución de nuestra capacidad preceptual y cognitiva, de hecho la actividad de hacer ciencia, puede ir en detrimento de nuestra propia supervivencia como especie humana»[2]
Mi propuesta, es una complementación a la Philosofía, con un cebero estudio de las ciencias naturalizadas, con la aportación de las ciencias cognitivas, tales como: psicología-cognitiva, lógica, inteligencia-artificial, neuro-ciencias, lingüística, philosofía de la mente, etc. así como todas las ciencias sociales y humanas. La propuesta de naturalización, se basa y se fundamenta en la idea de todo conocimiento adquirido, en todos los aspectos de la realidad actual, tales como:
- Scientiae empiricae vel rerum naturalium: Astronomia, Biologia, Chemica, Geographia, Medicina, Physica.
- Scientiae axiomaticae: Logica, Mathematica, Teoría del Caos.
- Scientia rerum divinarum: Religio, Theologia.
- Scientiae rerum humanarum: Archaeologia, Educatio, Historia, Ius, Oeconomia, Philosophia, Metaphysica, Politica, Psychologia, Sociologia.
Todas estas disciplinas, forman parte de un único Mundo Natural en que vivimos. El Mundo es pues, una realidad integral, en él que, no cabe, ni existen sustancias localmente específicas que cambie esta realidad como tal. El naturalismo, implica un rechazo fundamental a cualquier tipo de ontología[3], y de cualquier postulado o explicación ad hoc, más allá de los cuales, no puedan quepar el simple hecho de formular una serie de cuestionamientos fundamentales del entorno. Y por consiguiente, todos los procesos cognitivos[4] forman también parte de este Mundo Natural, que pueden y deben ser explicados, basándose en las teorías científicas ya conocida-probadas.
El tema del estatus epistemológico, en la philosofía de la naturaleza, ha sido objeto de grandes debates entre los philósofos de inspiración tomista (seguidores de Santo Tomás de Aquino), he incluso relativamente hace muy poco tiempo, se ha tratado de una cuestión fundamental, que de ella depende el modo como se conciba y se desarrolle esta parte de la philosofía, dedicada al estudio del Mundo Físico. Más bien se trataba, de definir, y determinarse cuál debería ser su propia formalidad, y en consecuencia, el método que le correspondería seguir en su investigación y estudio. En efecto, como lo explicaba Santo Tomás de Aquino, sobre todo en su obra titulada: In Boetii de Trinitate, hay u párrafo que dice:
¡Todas las ciencias son especificadas sobre la base de los objetivos o subiecta!
Asimismo, el mismo método científico debe ser congruente con todos los objetos estudiados.
Georgius Revilla-Loayza
Para resolver este cuestionamiento antes planteado, nos encontramos con un problema; que en la antigüedad o época medieval no existían estos conceptos propiamente dichos, al menos de modo explícito, una distinción entre lo que llamaríamos hoy Ciencias Naturales y una Philosofía de la Naturaleza. Si por ejemplo leemos, en los textos de Santo Tomás de Aquino, podemos observar cómo indistintamente él habla de la scientia naturalis, naturalis philosophia, también simplemente naturalis, o physica, como si fuera una traducción o transliteración del griego tà physicà. Parecería que este tema que yo pretendo abordar, no encontraría sostén o un soporte sólido en los textos del Aquinate (oriundo). Pero después, aparece el Philósofo Emmanuel Kant[5] (1724-1804) afirmando que:
¡Todo nuestro conocimiento empieza con los sentidos, beneficios entonces a la comprensión, y extremos con la razón!
¡No hay nada más grande que la razón!
Sin embargo, como ya veremos después, podemos encontrar, incluso en aquel que era llamado el philósofo, con una doctrina incipiente o carente de una philosofía de la naturaleza, como si esta fuese una ciencia diferente, a la metaphysica (metafísica), de las ciencias naturales. Evidentemente, no se está tratando de una doctrina madura, ni lo suficientemente desarrollada, y que tan solo ofreciera las bases precisas a un desarrollo ulterior o posterior; y fue necesario tras la emancipación epistemológica, y todas las demás ciencias involucradas en el ámbito Philosófico. Tal emancipación, fue como lo había dicho el philósofo francés Jacques Maritain[6] (1882-1973) que:
¡Esta emancipación constituye uno de los logros del pensamiento moderno![7]
La idea de este Trabajo de Investigación, nació del estudio philosófico de unos textos de Aristóteles, sobre todo el de Metaphysica, IV (G), 2 1004a 2-3:
«Y cuantas
Es importante, tomar en consideración todo el párrafo, pues de otro modo podría suscitar perplejidad de errores, ya que parecería dar razón a aquellos que sostienen que aquí se encuentra una especie de residuo platónico, que viciaría la epistemología aristotélica en lo que se refiere al establecimiento de la división de las ciencias especulativas.[9] En efecto, tomando en cuenta el contexto, se puede ver claramente que en este texto no se está hablando de la philosofía en general o en sentido amplio, sino más bien en sentido estricto (es decir, la philosofía por excelencia, la metaphysica), y por tanto se está estableciendo la división dentro de ésta entre una philosofía primera (dedicada al estudio de las sustancias separadas o inmateriales, que son las primeras por ser las más perfectas y por ser causas de las demás), y una philosofía segunda (que estudia las sustancias materiales, pero según la razón formal de la metafísica, es decir, en cuanto entes). En esta misma línea se encuentra el comentario de Santo Tomás a este texto, como veremos más adelante (cf. In IV Metaphysica, lc.2).
A este respecto, conviene hacer notar que, al menos en este texto, la secunda philosophia o philosofía segunda no es propiamente la física, como sostienen algunos autores. En efecto, al hablar aquí del philósofo, podríamos decir, en modo absoluto, Aristóteles se está refiriendo al metafísico (aunque esta palabra no se encuentre en el léxico del Estagirita). Así se desprende del contexto, y también de la comparación que hace con la mathematica, que también se da un orden de prioridad entre sus partes.
Para corroborar lo que acabamos de decir, podemos recurrir a otro texto de la Metaphysica, donde Aristóteles vuelve a hacer una referencia a una secunda philosophia:
«El estudio de las entidades sensibles es tarea, en cierto modo, de la física y de la philosofía segunda»[10]
Es sumamente interesante este pasaje, pues supone una distinción entre ambas ciencias, de modo que no parece lícito identificar sin más la física con la philosofía segunda, como hacen diversos autores. Así, por ejemplo, en la introducción a la physica de Aristóteles, traducida y publicada recientemente en una nueva versión española, el editor afirma que «con "philosofía segunda" parece referirse aquí Aristóteles a la física, como explícitamente la calificará en 1037a15»,5 lo cual no responde al texto que acabamos de citar, al que apela dicho autor.
Sanctus Thomas Aquinas at secunda philosophia
Al parecer Santo Tomás de Aquino mismo, en el comentario al segundo texto de Aristóteles al que nos hemos referido, no captaría del todo este matiz, y así identificaría la philosofía segunda con la física:
«In hac enim scientia tentamus determinare de substantiis sensibilibus huius gratia, idest propter substantias immateriales, quia speculatio circa substantias sensibiles et materiales quodammodo pertinet ad physicam, quae non est prima philosophia, sed secunda, sicut in quarto habitum est»[11]
Es interesante observar, sin embargo, que Santo Tomás de Aquino use aquí un matiz peculiar, al introducir el adverbio quodammodo, si bien acto seguido equipara la física a la philosofía segunda, haciendo referencia precisamente al texto de Aristóteles que sirve de base a todo nuestro estudio. Más adelante volveremos sobre este texto. De hecho, Aristóteles mismo podría haber dado pie a esta interpretación al afirmar, precisamente en el libro IV (G), que ya que existe una ciencia superior a la física,[12] por el hecho de que la naturaleza (fisis) es sólo un género del ente, a la misma ciencia que estudie el universal y la sustancia primera le corresponderá también el estudio de los axiomas, de modo que, aunque la física es una sabiduría (sofi¿a), no es, sin embargo, la primera.[13] El comentario que hizo Santo Tomás de Aquino a este texto, va en la misma línea:
«Adhuc est quaedam scientia superior naturali: ipsa enim natura, idest res naturalis habens in se principium motus, in se ipsa est unum aliquod genus entis universalis. Non enim omne ens est huiusmodi: cum probatum sit in octavo Physicorum, esse aliquod ens immobile. Hoc autem ens immobile superius est et nobilius ente mobili, de quo considerat naturalis. Et quia ad illam scientiam pertinet consideratio entis communis, ad quam pertinet consideratio entis primi, ideo ad aliam scientiam quam ad naturalem pertinet consideratio entis communis; et eius etiam erit considerare huiusmodi principia communia. Physica enim est quaedam pars philosophiae: sed non prima, quae considerat ens commune, et ea quae sunt entis inquantum huiusmodi»[14]
Sin embargo, a favor de toda la interpretación que hemos propuesto, puede aducirse que en este pasaje se comenta el texto de Aristóteles con que hemos comenzado nuestra investigación:
«Et tot partes: hic ostendit partes philosophiae distingui secundum partes entis et unius; et dicit, quod tot sunt partes philosophiae, quot sunt partes substantiae, de qua dicitur principaliter ens et unum et de qua principalis est huius scientiae consideratio et intentio.
Et, quia partes substantiae sunt ordinatae adinvicem, nam substantia immaterialis est prior substantia sensibili naturaliter; ideo necesse est inter partes philosophiae esse quamdam primam. Illa tamen, quae est de substantia sensibili, est prima ordine doctrinae, quia a notioribus nobis oportet incipere disciplinam: et de hac determinatur in septimo et octavo huius. Illa vero, quae est de substantia immateriali est prior dignitate et intentione huius scientiae, de qua traditur in duodecimo huius. Et tamen quaecumque sunt prima, necesse est quod sint continua aliis partibus, quia omnes partes habent pro genere unum et ens. Unde in consideratione unius et entis diversae partes huius scientiae uniuntur, quamvis sint de diversis partibus substantiae; ut sic sit una scientia inquantum partes praedictae sunt consequentes hoc, id est unum et ens, sicut communia substantiae.
Et in hoc Philosophus est similis mathematico. Nam mathematica habet diversas partes, et quamdam principaliter sicut arithmeticam, et quamdam secundario sicut geometriam, et alia consequenter se habent his, sicut perspectiva, astrologia et musica»[15]
Como puede verse también en este texto, cuando se están hablando de las partes de la philosofía, no se trata de la philosofía o de la ciencia en general, sino de la metaphysica. Así, habrá tantas partes de la metaphysica cuantas partes haya en la sustancia, es decir, cuantos tipos o géneros de sustancias existan. Entre todos estos diversos tipos de sustancias existe una gradación jerárquica, una prioridad, concretamente, de todas las sustancias inmateriales respecto de las materiales o sensibles. En consecuencia, habrá también una jerarquización entre las partes de la philosofía (metaphysica). Pero también aquí se aplica el principio de la distinción entre una prioridad quoad nos, que corresponde al ordo doctrinae, y una prioridad in se. Por eso, ya que tenemos que comenzar por lo que es más evidente (real) para el hombre, se inicia con la philosofía que estudia la sustancia sensible, es decir, la philosofía segunda.
Y precisamente por eso, según Santo Tomás de Aquino, los libros VII y VIII de la Metaphysica se dedican a estudiar tal sustancia, mientras que el estudio de la sustancia inmaterial, que de por sí es superior tanto en dignidad como en cuanto a lo que se busca en esta ciencia (intentione), se afronta en el libro XII. Es decir, la misma estructura de la Metaphysica refleja esta distinción entre una philosofía primera y una philosofía segunda. Esta consideración nos hace ver la importancia de la cuestión que estamos tratando. La philosofía segunda sería, por tanto, una propedéutica hacia la philosofía primera, pues llegamos al conocimiento de las sustancias inmateriales a partir del conocimiento de las sustancias materiales.
Secunda Philosophia at philosophiae naturalis
Como dijimos al inicio del trabajo de investigación, el estatuto epistemológico de la philosofía de la naturaleza se encuentra entre los tomistas como una quaestio disputata. Pues se trata, de esclarecer su especificidad como ciencia, distinta tanto de la metaphysica como de las ciencias naturales. El problema, como se dijo anteriormente, se encuentra en el hecho de que, dentro de la physica de los antiguos aparecen cuestiones que hoy se considerarían propias de las ciencias naturales, mientras que otras estarían más bien en el ámbito de la philosofía de la naturaleza. De ahí, es como hemos podido constatar, que exista un cierto titubeo en atribuir la philosophia secunda a la physica, o a una ciencia que sería como propedéutica a la prima philosophia, pero que se encontraría ya en el ámbito de la metaphysica.
Para tratar de esclarecer esta cuestión, podemos tener en cuenta que existen diversas ciencias que se dedican a estudiar al ente material, sensible y móvil:
- Por una parte se encuentra la physica propiamente dicha, lo que hoy llamaríamos ciencia de la naturaleza, que estudiaría los entes materiales según su razón propia, es decir, en cuanto materiales, sensibles y móviles. Así es como se presenta esta ciencia en lo que podríamos considerar el tratado de epistemología por excelencia de Santo Tomás de Aquino: el In Boetii De Trinitate.[16] Se podría caracterizar esta ciencia, en base a su objeto material y su objeto formal, como la ciencia del ente sensible y móvil en cuanto sensible y móvil.
- Por otra parte, se encuentra una serie de ciencias medias, que aplican los principios de la mathematica al estudio del ente físico. Tales ciencias medias, que corresponderían a lo que hoy se suele entender como física, ya se concebían como tales en la antigüedad y en el medioevo, y si bien se encontraban en un estado bastante rudimentario e incipiente, sin embargo ya tenían su estatuto bien definido en el cuadro de la epistemología. Santo Tomás de Aquino dedica a tales ciencias medias unas reflexiones dignas de consideración de nuevo en el In Boetii De Trinitate.[17] La caracterización de estas ciencias, que podríamos llamar físico-matemáticas, sería la siguiente: son las ciencias del ente sensible en cuanto medible o numerable, es decir, serían materialmente físicas (por tener como objeto de estudio la realidad material) y formalmente matemáticas (al usar los principios y los métodos propios de la mathematica). Se trataría, así, de una ciencia aplicada (los principios y las deducciones abstractas y formales de la matemática se aplican al estudio del mundo físico).
- Finalmente, habría un tercer modo de considerar las realidades materiales, que correspondería precisamente a lo que hemos visto a lo largo de nuestro estudio. Sería la consideración propia de la philosofía de la naturaleza, la cual, en mi opinión, no sería otra cosa sino esa secunda philosophia de la que hablaba ya Aristóteles, y en pos de él Santo Tomás de Aquino. En tal ciencia se estudiarían, en efecto, las sustancias sensibles, pero según la razón propia o la formalidad de la metaphysica, es decir, no en cuanto sensibles y móviles, sino precisamente en cuanto sustancias, o en cuanto entes. Tal ciencia sería, por una parte, una propedéutica para la metafísica, la philosofía primera por excelencia, pues para llegar al conocimiento de las realidades inmateriales necesitamos la mediación de las cosas sensibles; mientras que, por otra parte, en esta ciencia se aplicarían los principios de la metafísica al conocimiento philosófico del ente sensible. Así, la philosofía de la naturaleza sería la ciencia del ente sensible en cuanto ente, es decir, se trataría de una ciencia materialmente physica, y formalmente metaphysica. Su estructura epistemológica sería, en consecuencia, afín al de la física-matemática, es decir, se trataría de nuevo de una ciencia media, si bien sui generis, por la que se aplicarían los principios de la metafísica al conocimiento del ente físico; se conocerían las cosas materiales según la formalidad propia de la metafísica, es decir, precisamente en cuanto entes.
Si esto es así, como nos parece, la philosophiae naturalis se encontraría en una relación privilegiada con respecto a la metaphysica. La relación, entre ambas ciencias es muy estrecha, hasta tal punto que, como vimos, el tratado de la Metaphysica de Aristóteles, según la interpretación más que autorizada de Santo Tomás de Aquino, estaría estructurado precisamente en una parte dedicada a la secunda philosophia, que no sería sino la philosophiae naturalis o philosofía de la naturaleza, y otra dedicada a la prima philosophia, es decir, el estudio de lo que constituye el objeto específico de la metafísica:
Que son las sustancias inmateriales o separadas.
Sin embargo, ello no quiere decir que la philosophiae naturalis constituya propiamente una parte de la metaphysica, pues la relación entre la metafísica y la philosofía de la naturaleza, no es como la que existe entre el todo y la parte, sino más bien como la que hay entre lo formal[18] y lo material. En este sentido, serían propiamente parte de toda la metafísica general las ciencias que trataran, por ejemplo, sobre el acto y la potencia, el uno, etc., es decir, aquellos objetos que no intrínsecamente dependen de la materia, lo cual no sería el caso de cara a la relación entre la philosofía de la naturaleza y la metafísica.[19]
No vemos, en consecuencia, cómo algunos tomistas, como el philósofo francés Jacques Maritain (1882-1973), pone la philosofía de la naturaleza en el mismo nivel de las ciencias naturales, es decir, en lo que él llama primer grado de abstracción.[20] Aparte de que no consideramos apropiado hablar de grados de abstracción de cara a la división de las ciencias especulativas, en todo caso habría que situar la philosofía de la naturaleza más bien en el mismo plano de la metafísica, y precisamente lo que caracteriza a una ciencia es la formalidad según la cual su objeto es estudiado, y esto vale tanto para los que admiten los grados de abstracción, que se encontrarían, siguiendo a Cayetano, dentro de la así llamada abstracción formal, sea para los que, en base a los textos de Santo Tomás de Aquino, no aceptan tal doctrina, como en nuestro caso.
Asimismo, tampoco se podría asumir fácilmente la propuesta del cuadro de las ciencias del philósofo Christian Wolf, para quien existiría, por una parte, una metaphysica generalis u ontología, y por otra, una serie de ciencias regionales que entrarían a formar parte de la metaphysica specialis:
La teología racional (dedicada al estudio de Dios), la psicología racional (dedicada al estudio del alma), y la cosmología (dedicada al estudio del mundo).
El esquema prima philosophia – secunda philosophia, sigue una lógica muy diversa. Como ya hemos dicho, la Philosophiae naturalis o philosofía de la naturaleza no puede y no debe ser considerada propiamente como una parte de la Metaphysica, ni tampoco como una metaphysica specialis entre otras.
Finalmente diré como profesor de educación superior, sólo me considero un investigador-analítico de todas las relaciones que existen entre la Scientia, la philosophia y la theologia, para todos los fines pedagógicos y educativos que se persiguen.
Georgius Revilla-Loayza
Philosophiae Doctor
Auctore
Notas de Referencia:
[1] Conocimiento, es un conjunto de datos sobre hechos, verdades o de información ganada a través de la experiencia o del aprendizaje a posteriori, o a través de introspección a priori. El conocimiento es una apreciación de la posesión de múltiples datos interrelacionados que por sí solos poseen menor valor cualitativo. Significa, en definitiva, la posesión consciente de un modelo de la realidad en el intelecto de ser o ente.
[2] Ecologismo, es la disciplina que se ocupa por la conservación de todas las especies de organismos vivos. Para el biólogo, la conservación de todas las especies puede entenderse como una reivindicación de tipo profesional, con el objeto de que no disminuya el campo de fenómenos que cubre su ciencia. Pero, desde otros puntos de vista prácticos (médicos, políticos, entre otros), la erradicación de ciertas especies (por ejemplo, especies nocivas para el hombre) resulta un objetivo igualmente deseable. El fundamentalismo ecologista no puede evitar que seamos organismos heterótrofos (aunque cierto ecologismo vegetariano parece ir en esa línea), pero, en todo caso, sí parte del supuesto de que todas las especies y todos los rasgos biológicos tienen el mismo valor, cuando se miran desde el principio del incremento de la diversidad biológica. El fundamentalismo ecologista es comúnmente fijista (su principio es conservar las especies que hay), ya que la evolución biológica es imposible sin la extinción. Aquí, nuevamente, se hace posible el paralelismo con la situación culturológica. Si cambiemos «especies» por «culturas», y «diversidad biológica» por «diversidad cultural», y el conservacionismo ecologista se nos convertirá en el conservacionismo de las culturas ligado al relativismo. Incluso, también aquí, el interés de los antropólogos por la conservación de las culturas etnológicas, su interés por evitar su contaminación o su cambio, puede ser entendido también como una reivindicación de tipo profesional para que no disminuya o desaparezca el campo de estudio de su disciplina. Una prueba explícita de que este paralelismo lo tenemos en el llamado «Tratado sobre la Biodiversidad» en el que, sin solución de continuidad, se protegen por igual las plantas, los animales y las culturas indígenas y sus conocimientos. Trataré de mostrar las graves consecuencias que tiene el trasladar al contexto culturológico el modelo biológico fijista del conservacionismo de las especies (sin entrar ahora en la discusión de este modelo e independientemente de su verdad).
[3] Ontología, es la prueba clásica de la existencia de Dios, consistente en, tras considerarlo como ser perfecto, razonar que si le faltase la existencia, ya no sería perfecto. Esta prueba fue utilizada por San Anselmo y por Descartes, y criticada por Hegel.
[4] Cognitiva, es la capacidad de conocimiento, acción y efecto de conocer.
[5] Immanuel Kant (Königsberg, Reino de Prusia, 22 de abril de 1724 - íbidem, 12 de febrero de 1804) fue un philósofo alemán. Está considerado como uno de los pensadores más influyentes de la Europa moderna, del último período de la Ilustración y de la philosofía universal. En la actualidad, Kant continúa teniendo sobrada vigencia en diversas disciplinas: philosofía, derecho, ética, estética, ciencia, política, etc. Una sostenida meditación sobre los diversos fenómenos del obrar humano nos remite necesariamente a Kant, que junto con Platón y Aristóteles constituye, según una gran mayoría, el hilo conductor de los grandes aportes al conocimiento humano
[6] Jacques Maritain, philósofo francés: «La diferenciación cada vez más acentuada entre el saber de tipo ontológico y el de tipo físico-matemático no ha sido un simple contingente de hechos, debido a circunstancias históricas particulares; Pues respondía a una ley necesaria del crecimiento del pensamiento especulativo, y constituye efectivamente, en el orden de la morfología del saber, uno de los progresos más auténticos que el pensamiento haya cumplido en el curso de los tiempos modernos y que la philosofía reflexiva y crítica debe tomar en cuenta», de su obra: Los grados del saber, Desclée de Brouwer, Buenos Aires, 1947, tomo I, p. 316).
[7] Jacques Maritain, philósofo francés: Formado en la escuela de Lovaina del cardenal Mercier, empapado en las mejores esencias aristotélico-tomísticas y conocedor profundo de las nuevas orientaciones ideológicas, llegó a ser uno de los principales representantes del neoescolasticismo, cuyos principios aplicó, dentro de la más estricta ortodoxia, a la solución de los problemas modernos. Sintetizó en torno al realismo tomista, la escolástica, las concepciones del ius-naturalismo o derecho natural de Francisco de Vitoria y Hugo Grocio, la doctrina católica, el existencialismo y el vitalismo. Consideraba que la realidad se podía conocer por la ciencia, la philosofía, el arte o la revelación, por lo que no desdeñó los trabajos puramente metafísicos y epistemológicos.
[8] Aristóteles, Metaphysica. Introducción, traducción y notas de Tomás Calvo Martínez, ed. Gredos, Madrid 1994, p. 166. El texto griego dice así:
«Kaiì tosau=ta me/rh filosofi¿aj
eÃstin oÀsai per ai¸ ou)si¿ai: wÐste a)nagkaiÍon eiånai¿ tina prw¯thn kaiì e)xome/nhn au)tw½n. u(pa/rxei ga\r
eu)qu\j ge/nh eÃxon to\ oÄn [kaiì to\ eÀn]: dio\ kaiì ai¸ e)pisth=mai a)kolouqh/sousi tou/toij. eÃsti ga\r o(
filo/sofoj wÐsper o( maqhmatiko\j lego/menoj: kaiì ga\r auÀth eÃxei me/rh, kaiì prw¯th tij kaiì deute/ra
eÃstin e)pisth/mh kaiì aÃllai e)fech=j e)n toiÍj maqh/masin».
[9] Georgius R. Loayza. Sobre este tema, remito a lo dicho en otro estudio dedicado a una presentación más general: cf. R. Pascual, La división de las ciencias en Aristóteles, en «Alpha Omega» 3 (2000), pp. 46-47. Cf. también R. Pascual, La división de las ciencias especulativas en santo Tomás de Aquino, Roma, 2003, pp. 52-53; 160-161.
[10] Aristóteles, Metaphysica, VII (Z), c.11, 1037a 14-16:
«tro/pon tina\ th=j fusikh=j kaiì deute/raj
filosofi¿aj eÃrgon h( periì ta\j ai¹sqhta\j ou)si¿aj qewri¿a»».
[11] In VII Metaph., lc.11.
[12] Georgius R. Loayza. De ahí el nombre de metaphysica que, aunque no haya sido usado por Aristóteles, es sin embargo plenamente apropiado y legítimo para designar tal ciencia.
[13] Cf. Metaphysica. IV (G), c.3, 1005a 33 - 1005b 2.
[14] In IV Metaphysica., lc.5.
[15] In IV Metaphysica -lc.2. Congresso Tomista Internazionale p. 7
[16] Cf. In librum Boetii De Trinitate, q.5 a.2; cf. también en R. Pascual, La división de las ciencias especulativas..., pp. 36-41.
[17] Cf. Ibid., q.5 a.1, ad 5; q.5 a.3 ad 5, ad 6 y ad 7; cf. también en R. Pascual, La división de las ciencias especulativas..., pp. 50-52
[18] Georgius R. Loayza. Según la philosofía clásica, los distintos grados de abstracción formal se especifican y distinguen entre sí a las ciencias especulativas. Toda ciencia supone, en efecto, un cierto grado de universalidad y necesidad en el objeto de la misma. Pero ya vimos que esta universalidad y esta necesidad, que son ante todas condiciones ineludibles de cualquier objeto entendido en cuanto entendido sea, y surgen primeramente por la acción del intelecto agente que desmaterializa de algún modo los contenidos de la sensibilidad. Pues bien, la abstracción formal supone esta previa desmaterialización, y lo que añade a ella es una depuración cada vez mayor de la corporeidad y de las condiciones de la misma, porque no es lo mismo abstraer de la materia que abstraer de la corporeidad. Si la materia, se toma en el sentido de materia prima, un objeto, o forma, o determinación que abstraiga de ella, puede conservar todas las condiciones de la corporeidad, excepción hecha de la singularidad puramente numérica. Obtendremos así la llamada materia común (carne, huesos, pero no esta carne y estos huesos), y en este nivel se encuentra el denominado primer grado de abstracción formal, en el que se encuadran las ciencias naturales (Física, Química, Mineralogía, Botánica, Zoología, etc.) y también la misma Philosophiae naturalis. Propiamente no hay diferencia entre este primer grado de abstracción formal y la abstracción del entendimiento agente, a no ser que esta última no sea cognoscitiva y la primera sí; o, más exactamente, el intelecto agente produce el objeto que el intelecto posible se limita a considerar en el primer grado de abstracción formal.
[19] Santo Tomás de Aquino:
«Quamvis subiecta aliarum scientiarum sint partes entis, quod est subiectum metaphysicae, non tamen oportet quod aliae scientiae sint partes ipsius; accipit enim unaquaeque scientiarum unam partem entis secundum specialem modum considerandi alium a modo quo consideratur ens in metaphysica. Unde proprie loquendo subiectum illius non est pars subiecti metaphysicae: non enim est pars entis secundum illam rationem qua ens est subiectum metaphysicae, sed hac ratione considerata ipsa est specialis scientia aliis condivisa. Sic autem posset dici pars ipsius scientia quae est de potentia vel quae est de actu aut de uno vel de aliquo huiusmodi; quia ista habent eundem modum considerandi cum ente de quo tractatur in
metaphysica» (In librum Boetii De Trinitate, q.5 a.1 ad 6).
[20] Cf. J. Maritain, Los grados del saber, tomo I, pp. 75-77.